Revista de Psicoterapia Humanista Corporal - Edición 2

¿Qué es la  Psicoterapia Humanista Corporal?

Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

“Somos seres espirituales, viviendo una experiencia humana”. Teilhard de Chardin (1959).

 

La PHC  es una  psicoterapia  con marco  filosófico humanista fenomenológico,  somático, relacional y  transpersonal ofreciendo una mirada y  una praxis específicas  para  los que  quieran  aprender  a  ser  psicoterapeutas o ya  lo sean  y  que quieran ampliar  su  visión. El  trabajo  somático y  psicocorporal  que  forma parte  de  su   praxis  es  tomado y  sintetizado  de  escuelas  de yoga,  meditación, chikung,  bioenergética,   coreenergetics,  taichi, feldenkrais,  antigimnasia, somatics, escuelas Reichianas,  y  otras.  Para  adentrarnos  en la PHC tenemos que poder tomar en cuenta teorías interpersonales, intrapsíquicas, relacionales,  transpersonales, así como teorías somáticas, psicocorporales y psicológicas. No podemos  decir  si  solo   somos  intrapsíquicos, o sólo  relacionales, ya  que en  diferentes  momentos  hay  unos  instantes más relacionales y otros más “intra”. Es un modelo  que  se parece  más a un  video que a una  foto: no hacemos algo fijo y establecido,  sino  que  vamos descubriendo juntos lo que  toca a partir de una mirada humanista  del  ser  humano.  Esta es una visión psicológica clínica, orientada a la consciencia psicosomática y caracterológica  que implementa  las herramientas  y  valores  humanistas, dentro del marco de la filosofía humanistaKeleman, S. (1987).  Murphy, M. (1993).

Johnny Depp en “Don Juan deMarco” (1994), le  dice a Marlon Brando que  hay cuatro preguntas en la vida: la primera es qué es lo sagrado,  la segunda es ¿de qué está hecho el espíritu?, la tercera es ¿por qué vale la pena vivir?, y la cuarta es ¿por qué vale la pena morir?;  Señala que la respuesta para todas es la misma: que es solamente el amor. La dimensión  espiritual o  transpersonal es  comprender y  experimentar  eso,  no  solo  saberlo. Invitamos a  los pacientes a  tener  esta  experiencia en  diferentes  aspectos de  sus  vidas.

Creemos  que el hombre puede  ser intencional en sus propósitos, sus experiencias valorativas, su creatividad y su reconocimiento de significación. La visión humanista psicocorporal asume una visión holista del cuerpomente, que es una sola entidad, por lo que los fenómenos psicológicos y psíquicos afectan al cuerpo y viceversa. Desde la visión holista, el cuerpo es un espejo-mapa del psiquismo  humano. Cuanto más  contacto  con la  quietud  tengamos,  el  movimiento  vendrá  “desde más  adentro” y nos  ayudará a  ampliar la  consciencia. Almaas (1989). Jarquin (2018). La mente afecta al cuerpo y el cuerpo afecta a la mente para, poco a poco, ir  suavizando estas fronteras y separaciones entre ambas. Lo  hacemos profundizando la  consciencia presente  de lo  que está pasando  en las  sensaciones/pensamientos/sentimientos: nos  quedamos  con lo  que está,  vs.  lo que  estuvo,  estará,  o  lo  que  debería estar. Profundizamos  nuestra  capacidad de  estar  en  contacto  con “la  realidad compartida” ampliando  y arraigando nuestro  sentido  de  realidad, Vaena (2017). Cuando  me  refiero al  concepto de  cuerpomente, éste es  quizás el concepto más fundamental de la psicoterapia corporal; bodymind representa la integración en el cuerpo  de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones corporales físicas. Se puede acceder a todas las partes de una persona en varios puntos del tratamiento para abordar las inquietudes de manera efectiva y  holística. El concepto Bodymind afirma, que nuestro cuerpo es memoria viva de nuestras historias  caractereológicas,  segmentales y  resilientes. Lleva consigo los signos y rastros de nuestra experiencia de vida personal, así como nuestra herencia familiar. Todo tipo de experiencias traumáticas y miedos aprendidos impregnan nuestro carácter e influyen en nuestra postura. Stora (2015). El cuerpo es visto  en la  PHC, como mucho más que un simple portador de signos,  de  aspectos  biológicos, genéticos y síntomas; es el archivo vivo de la biografía de la persona. Por  eso decimos  que  el  cuerpo no miente, y  que  es un  espejo  de lo  que  somos: porque así es. (Guasch, 1987).

La espiritualidad encarnada consciente, nos permite continuar en la búsqueda de satisfacción de los anhelos corporales y espirituales. Reconocemos nuestra naturaleza animal humana, que está basada en la realidad más que en la pretensión, en lo que es y en lo que se está convirtiendo, más que pensar en lo que debería ser. La  espiritualidad  es, la  experiencia  somatica  y  psicoemocional  de la  interconexión existente y palpitante en el presente.

Es cierto que la psicoterapia con enfoque humanista se ocupa de formar y fomentar una personalidad fuerte para que pueda existir desarrollando sus potencialidades y respondiendo a los retos de la vida moderna. La Dimensión Espiritual, a través de   diversas escuelas, intenta trascender dicha personalidad. Al honrar a la psicoterapia con enfoque humanista y a la Dimensión Espiritual del ser humano, entendemos que si bien hay que  desarrollar un  yo  saludable, tenemos  que  poder  trascenderlo  e ir más allá  de  él en  busca  de  un  sentido  de  vida  último. Victor Frankl (1991). He ahí la unión entre psicoterapia y espiritualidad.  La ampliación de la consciencia como eje central de nuestro trabajo psicoterapéutico pretende, en la medida en la que trabajamos sentimientos, creencias, posturas, bloqueos musculares, etc., podemos estar en un constatante darme cuenta de que la dimensión espiritual es una dimensión sustancial que contiene a todas las demás partes como la somática, psicocorporal, emocional, volitiva, social, antropológica, sexual… etc.

La consciencia es, darnos cuenta de que  nos damos cuenta, y  tiene que ver con la autoobservación y la autorreflexión. Entonces, ¿qué significaría  apoyar a un ser humano a descubrir su parte espiritual para tener una mejor calidad de vida? Entendiendo por calidad de vida a una vida más profunda, más comunitaria, más feliz y más simple, no a una vida con mayor acumulación de cosas.

La visión  de la PHC  de la  espiritualidad  o  dimensión  transpersonal del ser humano, coincide  con la  visión de Borysenko (1993), asumiendo que  tenemos los pies en la tierra, sentido de realidad y trabajo somático continuo. Este es el camino del corazón al que se refiere Kornfield (1997), un camino  de  vida  que  se  siente,  se  reflexiona,  se pondera,  se  comparte  con  consciencia  de los pasos y  sus  consecuencias, y  que da  gozo. Abrirnos a la realidad nos conecta con una sensación básica de energía. En el nivel más simple podemos relacionar la energía como la fuerza de vida. Una vez más nos damos cuenta de que abrirnos a la realidad requiere aceptarnos.

El humanismo, la psicología somática y muchos puntos de vista contemplativos y/o espirituales, sostienen que nuestra energía es fundamentalmente buena, aunque algunos comportamientos pueden ser destructivos o confusos: quizá la energía o los impulsos desde los que emergen no son básicamente malos. Traer más atención y consciencia a los sentimientos que nos retan, es más efectivo que juzgarlos como malos y erróneos. En el proceso de la psicoterapia, puede tranquilizar mucho a la gente saber la base biológica de su comportamiento. Al verla, tenemos menos vergüenza.

Parecería que por un lado, se practica y se enseña la Psicoterapia Humanista y/o Corporal que trabaja con las conductas, creencias, sentimientos, detenimientos neuromusculares caracterológicos,  etc.  y por otro lado, se entiende que la espiritualidad es el ámbito en donde nos preguntamos acerca de las dimensiones que las sobrepasan, que nos anteceden y que permanecerán en el tiempo cuando nos hayamos ido: parece que la espiritualidad intenta acercarnos a satisfacer el anhelo de Unidad con el Todo, pero que no le pertenece al ámbito de la psicoterapia.  (Carl Rogers (1964) Fritz Perls (1979), Lowen, A. (1989). Existe la necesidad que tiene la psicoterapia moderna de poder incorporar una praxis  espiritual seria como parte de la ayuda y el apoyo que se le da a los pacientes y a los grupos, ya que en la época moderna muchas veces nos conformarnos solamente con intervenciones clínicas tradicionales y metodologías antiguas, que no incorporan la  sabiduría ancestral y moderna que se llama ahora espiritualidad, y que esto implica privar a los pacientes/alumnos de la posibilidad de crecimiento sustancial y duradero.

La  ampliación  de la  consciencia  es  el  objetivo  fundamental de la  PHC, y  vemos  en el  camino que para  ello  se hacen  cambios  en la vida  en la medida  en que  surgen las  necesidades  de movernos o  cambiar. La expansión de la conciencia entonces es un trabajo de desaprender y aprender simultáneamente: es un proceso de transformación y crecimiento que se activa en un momento dado de la vida de manera más consciente pero que está pasando todo  el tiempo. Lo importante tiene que ver con desaprender cosas del pasado honrando los aprendizajes, y preservar  parte  de lo ya caminado por parte de la sociedad, la familia, el género, la nacionalidad etc. Existen  tres habilidades/valores  fundamentales  en la PHC  que a partir  de  su práctica  como  psicoterapeutas vemos  su  utilidad. Son habilidades  que  invitamos  a nuestros pacientes a  desarrollar (sin tecnicismos) para  facilitar  su  ampliación de  consciencia, su   toma  de  decisiones,  y  su contacto profundo. Estas  son  arraigo,  centramiento y  presenciación. Estas se  explicaran  en otro  artículo. Estas tres habilidades se nutren permanentemente unas a las otras. Es más fácil  arraigarnos si estamos centrados y es más fácil centrarnos si estamos arraigados y la presenciación beneficia el arraigo, etc.

Todos  tenemos  deseos  de  suprimir  o  negar  ciertos  aspectos  oscuros o  negativos  de nosotros mismos, pero  desde la  visión del humanismo,  estamos invitados a  percibirnos  enteros. Poder  abrazar  esta  totalidad  que  somos, nos  da  mucha libertad. Reconciliarnos con las  partes mas  conflictivas y oscuras,  nos da  paz y  acceso a  capas más  profundas. Sabemos que estas partes desagradables han  sido mayormente  rechazadas y  quizá  requieren de más  aceptación,    paciencia y compasión por  parte nuestra.  Yalom (2015) habla  de abandonar  la  esperanza  de un pasado mejor. Quisiéramos que las  circunstancias hubieran  sido otras,  que nuestros padres hubieran  sido menos  ignorantes,  o más  presentes,  o que hubiera  habido menos  abuso, violencia, etc. Todo eso nos mantiene en el pasado, anhelando un pasado mejor y no pudiendo  sanar. Abandonamos  esa  esperanza  reescribiendo nuestro pasado para  crear  otro presente/futuro más libre y  responsable. Aprendemos  a  habitar  el presente. Bugenthal  (1967)

El método de la PHC  para  trabajar  el  cuerpo puede incluir el uso de: rodillos, pelotas  de madera, pelotas de plastico,  sonido  movimiento, quietud, palos,  arraigo,  centramiento,  presenciación,  vibración, atención  a  sentimientos y  sensaciones, silencio,  carga/descarga, contacto  físico,  respiración,  ejecución y manejo del proceso, creación  de una  hipótesis,  metaproceso, etc. La idea es  adentrarnos  en  el  cuerpo expresante para  poder sentir y  resolver  lo  detenido o pospuesto. La filosofía:  nada  de  esto  tendría  sentido  si no estuviera sostenido y  dirigido por las  actitudes y  valores humanistas de  aceptación profunda,  concretización y escucha activa, comunicación y  generación  de empatía,  reflejos diversos, aceptación  positiva  incondicional, congruencia,  alianza  terapéutica, encuadre,  libertad, rapport,  respeto, autenticidad y respeto por el timing del otro,  potencia y presencia  terapéuticas y  atención  física, psicológica y  energética. Rogers (2001) Rollo May (2007). Exploramos y  despertamos la capacidad del cliente para curarse a sí mismo. Muchas  veces  lo que  tenemos  que  reparar es  que  hemos perdido socialmente  la profundidad de la  experiencia  de  convivir y  sentir  con otro ser  humano, por  prisa y por  idealizar la libertad/independencia, y  al   recuperar  esa profundidad comunicamos  empatía y estamos presentes. Se  redimensiona la  experiencia y  el  discurso. Ésta  consciencia  del ser compartiendo nos  trae  bienestar  y felicidad. La “humanidad” es una cualidad que tenemos los seres humanos de sensibilidad y empatía hacia otros seres sintientes que, debido al trauma, la  construcción de la  coraza muscular y los  problemas en los  vínculos iniciales de la  vida (apegos), hemos insensibilizado y adormecido a lo largo de los siglos. Nuestra libertad tiene que ver con la recuperación de esta condición innata de sensibilidad  inteligente. Cuando hacemos  movimientos corporales  intencionales  con  tema  emocional,  con  sonido,  con contención,  vamos logrando  hacerlos desde  “más  adentro” que un  simple movimiento robótico  repetitivo “de gym”, y  vamos  logrando  regresar al  contacto  con  esta  humanidad/libertad, soltando lo que  duele y  se  opone al gozo, Lowen (1993). La  PHC es relacional en el sentido de Buber (1947), es decir, está basada en un diálogo intersubjetivo mutuo. Este formato, sin embargo, es muy difícil de sostener cuando el paciente está teniendo problemas de transferencia fuertes o disociaciones y hay conflictos inconscientes caractereológicos o traumas muy importantes. Tenemos que poder  observar al paciente también desde su propio psiquismo y capacidad de autoobservación somática, desde la visión  de la psicología de una sola persona (del yo). En muchas ocasiones nos damos cuenta de  que  estamos  en  “modo”  relacional y  otras  en modo intrapsíquico o individual,  y  se mezclan.

Creamos el ambiente cálido y respetuoso que propone Winnicott y (1965) lo llama “medioambiente facilitador”, creando una sociedad somática con el paciente. Es en el espacio relacional y en donde los movimientos nuevos pueden experimentarse, tratando, deteniéndonos, volviendo a hacerlo, retando las rigideces psicosomáticas, y descubriendo nuevos patrones y gestos,  abriéndonos a  nuevas  dimensiones de salud y  consciencia.

¿Cómo vamos a apoyar la concientización a través de los reflejos y los movimientos mutuos, la respiración, la temática de vida, etc. en  el carácter del  paciente, entendiendo que dicho carácter es una graduación?  El  carácter  es la  formación histórica  de los temas  de  vida  que se  solidifican en la biología  y en  el psiquismo.  Es la  forma   en que  somos (con luz y  sombra). Éste carácter es un logro; no  es algo malo o puramente  patologico, ya que tiene “forma con inteligencia” para poderse comunicar inconscientemente. Es una coreografía de recursos  y posturas de estas interacciones (Aalberse (2001), Bollas (1992).

Indudablemente la  principal  instrumentalización de  trabajo es la  relación y  es   a partir de  ella  que  todo  se  va dando. (Weiss (1992),  Rogers, (1973), Friedman  1985). En  ella    descubrimos  lo  que no  sabíamos  todavía, y  lo  concientizamos/expresamos somáticamente para  poder   experimentarlo  en la  vida cotidiana, así como lo que ya sabíamos y ahora reafirmamos o  ya soltamos. La  visión humanista y el trabajo psicocorporal no se encuentran separados. sino interconectados en la praxis. “No es la mente la que se encoleriza y el cuerpo el que golpea. Es el individuo quien se expresa” Lowen (1975). La PHC se asume en su origen reconociendo la dimensión  espiritual como la cuna, el motor y la meta de este trabajo. La dimensión espiritual es entendida como algo tangible e intangible,  siendo la dimensión “original” del ser humano en donde las demás dimensiones se esculpen y  desde  donde  brotan.

Según Totton (2003), los conceptos y técnicas centrales para la psicoterapia corporal son el respeto incondicional, el enfoque aquí y ahora, apropiarse de las proyecciones o analizar la transferencia, como el trabajo basado en la expresión verbal.  La psicoterapia humanista corporal considera que cuerpo y la mente son dos vías de acceso a lo reprimido,  a la  creatividad, a lo escondido, a lo estancado; y que, a partir de la expresión de los afectos es como se recupera en gran medida la unidad psicosomática y el  equilibrio. Los sentimientos se expresan a través del lenguaje corporal expresivo, y se integran en lo cortical, por los procesos cognitivos. (Guasch, 1987). Uno de los más importantes  rasgos  de  la psicoterapia humanista corporal es  la  implicación  del  cuerpo  como  objeto  directo  de  la psicoterapia. Se utiliza al  cuerpo  no  sólo  como  intermediario   o  colaborador  en la  sesión  terapéutica,  sino    también como  objeto  directo de la misma. Hay una relación funcional entre cuerpo y mente. La PHC  incluye un modelo de desarrollo,  una teoría sobre la personalidad, hipótesis sobre las raíces de los síntomas y disfunciones  y  técnicas de intervención  a partir de una metodología y  de una  filosofía.

La materia  (soma) se va espiritualizando y el espíritu se va a materializando y esa es la alquimia que se necesita para poder  manifestar y crear y hacer  PHC. El cuerpo quiere llegar al espíritu inmaterial y para eso tiene la palabra y la meditación: el silencio y  la  quietud  como parte  del  centramiento. El espíritu quiere conocer y crear la materia y para eso necesita de la acción,  consciencia y disciplina: el  arraigo. Ambas  corrientes  (ascendente y  descendente)  forman  parte  de nuestro  sistema  nervioso,  y  se   mueven por la  columna  de  cielo a  tierra: energía  eléctrica y  energía magnética. El campo  aurico  es,  por  lo  tanto,     electromegnetico: emana y  atrae. Brennan (2017). El  centramiento nos conecta con nuestra capacidad de contener una actividad contemplativa y poder digerir alguna experiencia,  sensación evento o simplemente el día a día. La presenciación (el desarrollo  del observador imparcial) nos da la posibilidad de observarnos, liberando y manifestando. Si   sintonizamos  con  el paciente,  estamos sintetizando estas tres habilidades,  y desarrollamos  nuestra percepción interna/externa    con profundidad, ya  que podemos  estar  con lo  que alguien  dice, porque hemos  tenido  el  suficiente  silencio/espacio/quietud: podemos contener el espacio para  el otro  y para nosotros, y podemos  tener, a la  vez,  la agudeza para  intervenir    desde  ahí. No  hay  que  jalar  ni  empujar,  solo permitir para  resonar, para  empatizar,  para  crear  confianza y poder practicar  la  comunicación  de  la empatia,  concretizar, mover  el  cuerpo,  reflejar,  etc. La  no presión  surge  de  no  cambiar  el  ritmo,  sino   contenerlo. La  confrontación  desde  ese  lugar  es muy  efectiva. Presionamos porque  tenemos  historias personales  en  relación a   resultados  que  “deberían”  darse,  lugares  en  donde  deberíamos estar  etc.  y  ya  nos  salimos  del “flow” del presente:  entonces a   través de alguna  de las tres herramientas  de  autocontención  regresamos al presente y  abandonamos  la presión interna/externa.    Este proceso  se llama crear  confianza, poder  fluir, hacer  psicoterapia,  etc. Es la  confianza de que nuestro sistema  nerviosos tiene  la  capacidad de  “afinarse”  con el  campo del otro,  sea esta  una persona  o  un  grupo.

Resonar y  sentir el  estado  emocional del otro y  quedarnos  ahí,  aunque sea muy  diferente que el nuestro  o disonante: eso  es  inteligencia  emocional relacional, para  desde ahí  reflejar lo  que  sucede, aportar  quietud y  silencio y ampliar la  consciencia.   Esta práctica requiere de un  refinamiento  de los  sentidos,  entrenados a  escuchar  en  silencio.  La    sintonización nos  ayuda a  conectarnos  con la  vida y  su  flujo: con la  famosa  sabiduría  organísmica. Desde  este lugar podemos  apoyar  a la autorregulacion del paciente:  el  se  sana y crece:  yo estoy  y  ofrezco  trabajo psicocorporal para  ampliar la    consciencia, pero  solo  apoyo  a  que  despierte a lo  que  en  realidad  es y que ya  esta ahi:  sintonizo.   Autoregulacion es la    gran capacidad de autogestionarnos que  tenemos en  pensamientos, acciones y emociones en  estas  circunstancias  y  con  esta  historia,   Zimmerman (2003).

Tenemos que entender que nosotros mismos somos, además de la filosofía, metodología y las técnicas, nuestros propios instrumentos de exploración de la situación presente en la relación psicoterapéutica, por lo que tenemos que tener un serio  entrenamiento en la autoobservación dentro y fuera de la consulta para saber los grados y sutilezas de las sensaciones propioceptivas  y relacionales que nos están surgiendo en específico mientras sucede la sesión. Es “durante”, que podemos observar    fenomenológicamente lo  que pasa y tomar conciencia pudiendo nombrar lo que va pasando  R. Frank (2023). Este  tiempo  gerundio    es muy  valioso. En la medida en que éste nos va informando de  la experiencia clínica/personal a lo largo del tiempo, ya estamos  pudiendo corroborar, contrastar, observar, señalar y ver las repeticiones y hacer muchas notas de nuestras propias  experiencias relacionales. Empezamos a construir algo de ciencia empírica que está siendo compartida con varias personas que  pasaron por experiencias similares, Husserl, (2016).

Profundizar en la relación con nuestro propio cuerpo es un camino sin fin. La autoconsciencia es un camino permanente que se estanca si no le damos atención. Cuando nos concientizamos con nuevas ideas también podemos concientizarnos de las sensaciones físicas que las acompañan. Cuando nos damos cuenta del flujo de la energía a través del cuerpo, nos percatamos de  cómo  y  dónde se frena el flujo.

Para poder trabajar realmente el cuerpo en la psicoterapia, los psicoterapeutas debemos trabajar con nuestra propia corporeidad. Esto crea una presencia y vivacidad completas. Es a partir de esta presencia y vivacidad que emerge la compasión y las intervenciones creativas. Por lo tanto, el primer paso del ciclo de interacción es sentir el propio cuerpo y permitir el proceso. Al participar en esta cultura, se nos alienta a un alto grado de disociación del cuerpo. Para contrarrestar esto debemos de practicar proactivamente la atención a la corporeidad. La práctica de la corporeidad implica simplemente darnos tiempo para sentir las sensaciones en el cuerpo con permiso para respirar, mover y sonar de cualquier manera que se necesite.  Esto se va logrando, poco a poco, a través del arraigo, el  centramiento y la presenciación. Utilizar esta conciencia corporal propia en sesión, requiere que podamos continuar sintiendo mientas escuchamos, pensamos y hablamos. Cultivar esta habilidad nos permite integrar la lógica y el conocimiento  a las  propias  sensaciones y sentimientos. La habilidad de sentir mientras pensamos y escuchamos, hará que desarrollemos la capacidad de hablar al mismo tiempo. Abrirnos a  este  fluir  nos hace sentir vulnerables. Tendriamos  que poder  desarrollar una vulnerabilidad buscada, es decir, una vulnerabilidad en donde “nos ponemos” (Maroda 2021). Antiguamente se creía que intentaríamos como profesionales encontrar una visión práctica, empírica y “científica”, implicando  que  el  psicoterapeuta  no  debería  mostrarse. Ahora  sabemos que para  que  ambos  sistemas  nerviosos  se  regulen es importante  mostrarnos sin desbordamiento y descontrol en esta aventura relacional. Mostrarle al paciente la vulnerabilidad propia nutre la  confianza  en  el proceso y  en la persona, siempre y cuando, cuidarlo y sostener su temática y nutrirla sea lo más importante. Para hacer  PHC  hay  que aprender  a observar el cuerpo de los clientes y como utilizar el propio como herramienta observacional. Sin una conciencia profunda de nuestros propios cuerpos no podemos observar profundamente a otros.

Es muy importante entender que la PHC no es algo obtenido/logrado y que hay que aplicar, sino que es un cuerpo de conocimiento en movimiento pulsatorio, que está adaptándose a las diferentes épocas y retos de la vida moderna como la  pandemia, las crisis económicas, geográficas, la propagación  de las  identidades  etc., y que está permanentemente cambiando e  incorporando nueva visión, nueva intuición, nuevo conocimiento como la física cuántica,  la  psiconeuroinmunología, etc. para  permanentemente evolucionar. Sin embargo los  valores/actitudes humanistas son la  base de nuestro  trabajo. Lafarga (2013). El  desarrollo de los procesos  psicoterapéuticos de ninguna manera es un proceso lineal, sino que es la suma de diferentes aspectos  que se están descubriendo en diferentes niveles y velocidades, afectándose y conformando el milagro de la individualidad de cada  persona en  relación. El diálogo  franco, y el enfrentamiento que puede haber entre diversas partes del paciente es lo  que se  alienta: ese es el proceso personal que se va dando y descubriendo poco a poco en un proceso sostenido de psicoterapia seria.

La sanación  ocurre  en  el presente:  implica una relación entre dos personas y por lo tanto tiene que haber un momento de encuentro. Es tocarnos con presencia mutua en un momento particular en el tiempo y en el espacio.

Chogyam Trungba Rimpoche (1985) dijo que la sanación ocurre cuando dos mentes se encuentran. La  sanación no es “borrar ni  descodificar”  historia,  sino  darle  otro  significado,   a partir  de  otra mirada, de otras  sensaciones. En la  PHC  queremos apoyar  a los pacientes a sanar deficiencias en el desarrollo psicoevolutivo y  en la creación  de  su  coraza/carácter, por lo  tanto trabajamos el trauma y los  tipos de  vinculación original, y  apoyamos  para el  desarrollo y creación del futuro, habiendo  reconocido y despertado recursos nuevos. La tarea final de la PHC es la de apoyar el desarrollo. Al apoyar el desarrollo,  se comienza reflejando las fortalezas de la persona, lo que ha obtenido en su vida normalizando el deseo de apoyo. Los seres humanos somos  seres sociales. Todos necesitamos el apoyo de otros humanos. En momentos críticos, la psicoterapia puede actuar como apoyo para un proceso de desarrollo “sano” y no relacionarse a la patología de ninguna manera, pero  si  reconociéndola. Si no reconocemos las fortalezas del paciente, el deseo de desarrollarse  puede no ser visto.  En la PHC el psicoterapeuta encuentra los apoyos que el paciente necesita y “crea una manera” para que el  use su cuerpo, respiración y movimiento para aprovechar ese apoyo. Algo o alguien en el campo, le  recuerda cuál es su intención, sus fortalezas para que triunfe.

El objetivo  de  la PHC  es la  ampliación integral  de la  consciencia y la restauración  del flujo de la energía dentro del cuerpo,  a  través del  desarrollo  de habilidades, potencialidades, y de  trabajar  con la  sombra, Ana Maria  Gonzalez (2014) Friedman (1985), Weiss (1992)

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1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo que profundiza en lo que es la Psicoterapia Humanista Corporal hoy en día , la relación cuerpo mente, la interacción entre la psicoterapia humanista y la espiritualidad y el rumbo que necesitamos dar para ayudar a nuestros clientes. Cada aspecto de nuestro trabajo psicoterapéutico mencionado en el artículo merece atención y ojalá más profundización en posteriores artículos de la autora. Felicidades Maestra Marilenca.

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