Revista de Psicoterapia Humanista Corporal - Edición 2

La pareja ideal: la irresponsabilidad/desconocimiento del paciente y la Matrix médica

Apuntes sobre salud y ansiedad

Por: Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

 

“Nuestro cuerpo está compuesto de energía e información (Chopra, 2009). Mente y Cuerpo son una Unidad. Donde quiera que vaya un pensamiento, un elemento químico lo acompaña. Y un estado de aflicción mental puede llegar a generar los bioquímicos que provocan una enfermedad”. (Bailey, 2016)

Cuando mi paciente “Paquita” de 150 kilos llega a terapia por temas de ansiedad y depresión, relata que tiene el azúcar altísima y que desayuna churros con Coca-Cola familiar todas las mañanas. Es muy importante recomendarle que tome medicamento para bajar el azúcar y que vaya de inmediato con sus análisis a que un doctor se lo recete, sin embargo, esta solución es parcial, aunque le salve la vida en su momento: en el trabajo psicoterapéutico es muy importante reconsiderar cómo es que sus hábitos han logrado llevarla a un lugar de ansiedad y auto olvido tan grande y, paulatinamente, incorporar hábitos diferentes que puedan mejorar su estado de salud general. Idealmente, podríamos, de largo a mediano plazo, imaginar que esta paciente recupere un peso más saludable y pueda tener otros hábitos de alimentación/ejercicio/actitud/autoestima para poder dejar el medicamento.

El primer objetivo es bajarle el azúcar para salvarle la vida. El segundo, es que cree y sostenga hábitos más saludables, entendiendo por hábitos de alimentación, no solo lo que se come, sino lo que absorbe, ingiere, consume, tal como la televisión, prensa, redes, radio, creencias, personas, etc., hay mucho trabajo por hacer. Muchos limites necesarios brillan por su ausencia. Bendito medicamento que le salva la vida: “ojalá lleguemos al momento en donde no sea necesario”, pienso … Es muy importante distinguir a la enfermedad del síntoma: la enfermedad es compleja y multifactorial (en este caso, la falta de límites, la depresión, los hábitos negativos, las creencias, la desconexión del cuerpo, el trauma, la herida de carácter, etc.) y los síntomas, que son el sobrepeso, el azúcar alta, etc.

Lamentablemente, la medicina común, muchas veces, solo trata el síntoma, lo cual ayuda en un inicio, pero empeora la enfermedad alejándola de la consciencia. Tapar no es sanar. Quitar el síntoma no es sanar y, muchas veces, fortalece la irresponsabilidad personal, ya que “una vez que estamos bien” no vamos más profundo. Sin embargo, los síntomas que una vez fueron tapados reaparecerán con maor intrnsidad. La ansiedad está más presente y consciente que antes, y muchísima gente llega a consulta habiéndose autodiagnosticado o diagnosticadas por algún profesional, con algún tipo de trastorno de ansiedad; lo que me parece que sucede, es que cada vez están más en boga los trastornos evitativos, es decir, cada vez más tenemos que tener una aspirina para cada pre molestia, pre sensación, pre sentimiento, para salir felices en las selfies y seguir viviendo “como si”. Permanecemos vinculados oralmente a la victimización de la gran Matrix, pero seguimos dándole todo el poder al sistema médico, al sistema político, al sistema económico, etc., sin tener claridad de cuál es el rango en el que verdaderamente existe nuestra libertad y la posibilidad de movimiento y de cambiar nuestras situaciones. Las personas llegan a consulta como víctimas del azúcar, del cortisol, del salario, “es que tengo baja la oxitocina y la serotonina”, “es que mi género…”, parece que las enfermedades nos tienen secuestrados y no tuviéramos ninguna posibilidad de hacer algo al respecto. Creer que la solución/problema está solo afuera es parte de la enfermedad. En las realidades somáticas, y para no caer en clichés baratos de “tú puedes cambiar todo en tu vida” negando la realidad social y ecológica, nuestro deber como terapeutas es apoyar a las personas a descubrir qué es lo que se puede cambiar y que no, ya que la mayor parte de las personas se sienten víctimas de las situaciones, sentimientos, padres, gobiernos, enfermedades, parejas, etc. (Dethlefsen, T. y Dahlke, R., 2014) La ansiedad baja mucho cuando sabemos, que sí y que no podemos cambiar en nuestra vida, y lo hacemos.

¿Cómo no tener ansiedad en una época en la que todos nuestros vínculos cada vez son más efímeros frágiles e intercambiables?

La experiencia de la ansiedad no está en nuestra mente: es una sensación somática sentida de la cual la mente se da cuenta, pero muchas veces queremos arreglarla pensando y eso solo incrementa la ansiedad, ya que ésta no se siente vista ni escuchada. Si pensar ayudara, ya no habría ansiedad. Muchas veces podemos sentirnos sobrepasados por ello. Sobre nuestros sentimientos/sensaciones corporales ignorados, estos pensamientos quieren arreglar la situación y esto puede ser muy estresante y abrumador: podemos quedarnos mucho tiempo masticando la situación, haciendo fantasías catastróficas, evaluando a manera de ping-pong, viendo los peores escenarios…. y seguimos sintiéndonos mal y atorados.

Tratar de controlar la ansiedad es un sentimiento humano, pero es importante percibir la sensación sentida presente de cada momento, por ejemplo, lo siento en el estómago, en la garganta, hoy lo siento más en la espalda, etc.

Es importante sentir plenamente la ansiedad si queremos quitarla/disminuirla ya que al darle la bienvenida vamos a dejar que las sensaciones/sentimientos se muevan acompañando a la ansiedad y dejándola expresarse a veces con algunos órganos, tendones o sistemas. Vamos a trabajar permitiéndonos realmente sentir la experiencia, de esta manera, la ansiedad, al sentirse escuchada disminuya: no es la ausencia de estrés la que disminuye la ansiedad, sino la consciencia de seguridad. Sentir la ansiedad en presencia del terapeuta puede ser aterrorizante, y requiere de empatía y timing, ya que sostener lo desagradable no es fácil.

El THC tiene que estar arraigado, con claridad mental/ emocional, centrado y en presenciación. Vamos más allá del método o la técnica, sino hacia una escucha profunda de toda su vida, para poder invitar al paciente a regresar a una pulsación más organísmica y actualizada, ampliando la consciencia y explicitando el vínculo terapéutico.

A esa disposición, intención, actitud, le añadimos las técnicas de vibración, sonido, movimiento, respiración, expresión, quietud, uso de pelotas, etc. Propiamente trabajando el cuerpo, para regresar a la observación, relación y al darse cuenta. Así apoyamos sesión con sesión a la sanación. Es un honor trabajar con cautela y profundidad. Sanar es relacional, como lo fue enfermar, por eso necesitamos ese vínculo psicoterapéutico para sanar, más allá de la ayuda química.

Muchas veces los síntomas de ansiedad se confunden: por ejemplo, al tener un intestino dañado que no produce suficiente serotonina; o, hay un exceso de azúcar que crea mucha tensión e inflamación; o, no era depresión, sino carencia de hierro, vitamina D, vitamina B12, proteína, etc. Si esto no lo vemos, le damos al organismo antidepresivos o ansiolíticos, empeoramos la situación y arraigamos la enfermedad.

El sentimiento del miedo cuando no es sentido y expresado somáticamente por ejemplo sonando, vibrando, temblando brincando, trabajando la mandíbula, el nervio vago, las articulaciones etc. a veces se convierte en un miedo específico como en el caso de una fobia,  o a veces en un miedo generalizado “sin objeto” que se convierte en ansiedad,  que es un miedo existencial o un miedo  a la vida.

En la cultura en la que vivimos, sentir está prohibido y todas las sensaciones somáticas, divergentes, fuera de lugar, desconocidas, raras, incómodas, deberán evitarse. Los pacientes en general sabemos muy bien callar, someter, evitar, reprimir, etc., todas estas señales desconocidas: para ello tenemos la gran ayuda del sistema psiquiátrico y del sistema de medicación y alimentación que nos van a favorecer, aplacar, adormecer y aminorar síntomas a toda costa, con un alto grado de costo económico, de salud pública, y definitivamente con un costo altísimo en el sistema nervioso, inmunológico y psicoemocional. Podemos en la Psicoterapia Humanista Corporal (PHC) trabajar con el sistema nervioso a diferentes niveles, con diferentes prácticas para diferentes caracteres e historias de vida, para recuperar el poder ante nuestras enfermedades. (Barstow, C. 2017)

La ansiedad  no es  estar nervioso,  ser impaciente o estar  preocupado es, en cambio, tener pensamientos intrusivos, problemas de concentración y de mucha culpa, a veces sentir agotamiento físico y mental sin motivo aparente, tener pensamientos derrotistas, estar evitando ciertas situaciones por miedo de manera crónica. Es tener irritabilidad, problemas para dormir y palpitaciones, sudoración, náuseas, dolor, cambios abruptos en los hábitos, etc. Generalmente, se  vive  con  culpa, vergüenza y autocastigo porque “no debería de estar así”. Es importante sostener terapéuticamente este estado para permitirnos  sentir lo que realmente se necesita.

La mancuerna que existe entre la actual carrera de medicina, la industria farmacéutica y la industria de la alimentación procesada conforman un equipo perfecto para educar, adoctrinar, instruir, formar profesionales, etc. de personas que generan estudiantes/pacientes/alumnos con una creencia de salud  mecanicista y sin vida: esta decisión permite que las personas sigan consumiendo producto procesados, consumiendo alimentos genéticamente tratados, y permanezcan siendo clientes infinitos de por vida de medicamentos que tratan las enfermedades causadas por dichos alimentos y por la falta de responsabilidad de los consumidores y de las personas civiles, de saber qué es lo que están haciendo, al jugar el juego que todos jugamos.

Desde luego que hay nutriólogos, psiquiatras, gastroenterólogos, etc., que están preocupados por la salud y el bienestar integral de las personas, pero son los menos porque la mayoría no cuestionan su propio paradigma. ¿Qué hacemos los Psicoterapeuta y los psicólogos clínicos con los pacientes que llegan y están metidos dentro de esta burbuja, dentro de esa caminadora elíptica, intentando correr y llegar a un mejor lugar? Nuestro trabajo es complejo porque requiere de reeducar y retar ciertos introyectos y aprendizajes sociales, familiares y hábitos. Sabemos que al retar estos hábitos y creencias muchas veces vamos a despertar una contratransferencia negativa importante.

En esta gran Matrix en la que estar bien, estar Cool, estar sonriente, y estar en redes todo el día es un ideal colectivo superficial único, la imagen idealizada dice: “…solo sonríe y no sientas y si llegas a sentir hay que aplacarlo inmediatamente con algún chocho mágico”. (Pathwork, s.f.) Tener conciencia y saber que señales tiene el cuerpo y qué quiere decir o quedarnos el suficiente tiempo para averiguarlo sola o en compañía psicoterapéutica, es algo descabellado y que no es aprobado por el establishment que dice “salte de ahí si es incómodo”.

¿Por qué no quedarnos en contacto con el sinsentido/ansiedad un rato para ver qué es lo que nos pide/ necesitamos? Es importante recordar que la polaridad de la ansiedad no es la tranquilidad, sino la seguridad. ¿En qué áreas de nuestra vida hace falta seguridad real? ¿cómo se siente sentirse seguro en nuestro cuerpo? ¿cómo darnos eso? El efecto residual de la seguridad muchas veces es la tranquilidad. Necesitamos entrar al cuerpo y sentir la inseguridad creada por traumas históricos no digeridos y a veces apapachados en el presente, para alcanzar algún nivel de seguridad/ tranquilidad sostenibles. El trauma detiene la homeostasis y la autorregulación.

Es un asunto psicoenergético y físico, no se puede sanar solo con una solución química: es muy simplista pensar que sí. La ansiedad, la angustia y la depresión pueden ser parte de enfermedades reales, que nos hablan de sentimientos y necesidades no escuchadas (a veces intergeneracionalmente) que tenemos que escuchar para sanar. Si solo medicamos, éstas se vuelven los amos de la vida que se vuelve un infierno.

No solo es un tema de autoayuda y de “echaleganismo”. Hay que trabajar con profesionales. Si hay un tema endógeno, trabajar con los neurotransmisores; si es un tema de aprendizaje, puede haber un trauma (TEPT).  Si es un trastorno obsesivocompulsivo, trabajar el control (expansión/contracción energética) Si son fobias trabajar las proyecciones reales y el arraigo, si es ansiedad generalizada, trabajar el miedo/terror/enojo.

En todos los casos se necesita una activación conductual propositiva. Compromiso del paciente. Disciplina en el autocuidado.  Cuando hay una crisis de ansiedad inminente, hay cosas que hacemos para que la persona pueda fijar su atención en el cuerpo presente: arraigo, sonido, mirada, tacto, etc. Recordemos que la ansiedad, depresión, sinsentido, etc., nos dicen qué sentimos y necesitamos. Estas sensaciones/sentimientos desagradables son nuestros aliados: están de nuestro lado, avisándonos… hablándonos… son nuestra sabiduría organísmica somática. (Rogers, C., 1972)

“El sufrimiento del hombre no se debe a la falta de certidumbre, sino a la de confianza. Hemos perdido la confianza en el mundo, y como perdimos la confianza queremos control, y como queremos control queremos certidumbres, y como queremos certidumbres no reflexionamos”. (Maturana, 1928-2021)

Cuando el nivel de ansiedad o depresión es bajo o medio, yo les pido a mis pacientes un compromiso mutuo de la siguiente manera:

Antes de acudir a algún tipo de antipsicótico, ansiolítico o antidepresivo alopático, favor de seguir las siguientes instrucciones por 21 días asistiendo a la PHC las veces acordadas para sostener el proceso (más de una vez a la semana en este periodo si es necesario):

  1. No consumir alcohol.

El alcohol, a nivel físico, eleva la cortisona, ralentiza el metabolismo, reduce el crecimiento muscular, interrumpe el funcionamiento del sistema nervioso, impacta el funcionamiento cerebral deteniendo el ritmo sináptico, altera el sueño/descanso, altera la producción tiroidal, lastima la salud probiótica/prebiótica del intestino, acelera el envejecimiento de la piel, debilita el sistema inmunológico, entre otras cosas. El impacto de esto a nivel anímico es que se tiene mayor tendencia a la depresión a corto/mediano plazo, baja de autoestima, baja en auto imagen, incremento en juicios internos, decremento de imagen corporal, desarraigo, un mayor sinsentido, etc. De ahí que es tan adictivo.

  1. No consumir tabaco.
  2. No consumir ninguna droga psicodélica, natural o química.
  3. No consumir azúcar blanca.
  4. No consumir lácteos.
  5. No consumir aceite de canola o de maíz.

El alimento no sólo es lo que comemos, sino lo que ingerimos: lo que vemos, leemos, la gente con la que estamos, lo que te decimos, el lugar donde estamos. Tengamos cuidado y apreciación propositiva de nuestros alimentos. Tengamos atención sostenida y amorosa de lo que consumimos mental, emocional y espiritualmente.

¿De qué sirve comer orgánico si sostenemos relaciones sin límites al abuso, yendo a antros llenos de humo y alcohol cada fin de semana? ¿De que sirve vivir en el gym si nuestro diálogo interno siempre es enjuiciado de “eres insuficiente” repitiendo y arraigando heridas del alma en vez de sanar? Es momento de preguntarnos qué es la salud cotidiana, la cual está al alcance de la mano si trabajamos en la unión cuerpomente.

Es importante la honestidad para darnos cuenta de que somos seres en proceso resolviendo situaciones y sentimientos “desagradables” cotidianamente; que nuestros hábitos están mejorando/empeorando en la medida en la que nos autobservamos, eso es “estar en proceso de crecimiento”. Es importante no caer en la trampa de los “trascendidos”, aquellas personas que aparentan ser perfectos y tener hábitos impecables pero que es tan solo la capa cómoda de su máscara. La vida es, sobre todo un misterio.

  1. Al terminar de bañarse, todos los días, permanecer el mayor tiempo posible bajo el agua fría.
  2. Hacer media hora diaria de algún tipo de ejercicio, Chi-kung, yoga, Taichi, correr, nadar, bici, etc. o simplemente caminar relativamente rápido. Sudar libera endorfinas y nos permite enfocarnos mentalmente, además de incrementar el estado de ánimo y mejorar la calidad de sueño reduciendo la ansiedad e incrementando la autoestima.
  3. Abstenerse de revisar el celular a partir de las 11:00 de la noche hasta las 7:00 de la mañana: y dejarlo apagado para que la luz azul no lo dañe.
  4. Dormir todos los días a la misma hora en una habitación totalmente oscura, mínimo siete horas.
  5. Beber mínimo 1 l diario de agua pura con sal.
  6. Diariamente tomar 15 minutos para no hacer nada y sentarse con las manos en las rodillas, con los ojos cerrados, a sentir la respiración. El silencio baja la presión arterial e incrementa el crecimiento de las redes neuronales calmando la mente, promoviendo mayor atención y enfoque, estimulando la creatividad y mejorando el sueño.(Kornfield, 2008)
  7. Consumir proteína en los tres alimentos.
  8. Si es una mujer Perimenopáusica, menopáusica o Post menopáusica, es necesario verificar el cortisol, estrógenos, TSH, testosterona, etc., ya que la absorción de hierro y proteína puede ser deficiente y estos desequilibrios pueden confundirse con ansiedad y depresión, estados melancólicos, falta de sentido, etc. Ver a un especialista.
  9. Intentar tener dos fuentes de ingresos.
  10. Comer comida real.
  11. Ahorrar.
  12. Saber quiénes son los verdaderos amigos.
  13. Hacer todas las semanas algo que verdaderamente los nutra y amen.
  14. Priorizar la disciplina más allá de la motivación.
  15. Iniciar todos los días alguna labor que terminemos para incrementar la dopamina.
  16. Buscar algún animal o persona y tocarlos o hablar de manera positiva, esta vinculación incrementa la oxitocina.
  17. Estar en la naturaleza o en el sol, para incrementar la serotonina; ver una película chistosa, hacer ejercicio y reírse para incrementar las endorfinas. Tomar el sol y la luz del sol incrementa la serotonina, baja el cortisol, mejora el sueño, incrementa la vitamina D y su absorción mejorando el estado de ánimo y regulando el ritmo circadiano.
  18. Aprender nuevas cosas y simplificarlas, practicar el pensamiento positivo sin caer en los clichés de la negación de realidades incómodas, socializar y practicar la gratitud.
  19. Por lo menos, 2 horas al día, apagar el teléfono, la computadora y todas las redes, para dejarnos sentir la ansiedad por pertenecer, por no saber.
  20. Tomar, además de las vitaminas que recomiende su médico con una visión integral de la salud, y en acuerdo con el: omega tres (epa/dha), un antiinflamatorio cerebral básico; ginkgo biloba, que promueve el flujo sanguíneo hacia el cerebro mejorando funciones cognitivas y memoria; bacopa monnieri, que incrementa la memoria y el procesamiento de la información; acetyl-l-carnitina, utilizado para prevenir la depresión, Alzheimer y los procesos degenerativos de la memoria; Fosfatigilderina, que cubre y protege las células cerebrales y lleva mensajes entre ellas apoyando en la cognición.
  21. Todos los días practicar parte del trabajo de las sesiones de PHC en donde se trabaja el nervio vago y el músculo psoas, así como todo el sistema nervioso, la carga/descarga, la vibración, el sonido y el contacto emocional en el presente que nos habla de las necesidades reales.
  22. Llevar un diario, escrito a mano, detallando los procesos de los que se da cuenta cada día, así como detallar los ejercicios de movimiento/quietud, sonido, respiración, posturas, que hará en sus sesiones de PHC en el trabajo con pelotas, apoyos, ligas, palos, etc.
  23. Leer media hora al día, mínimo.
  24. Consultando al médico naturista, probar con medicamentos suaves como: triptófano, valeriana, pasiflora, té verde, toronjil, melissa.

 

El día 22 haremos una evaluación conjunta del estado anímico y energético y podrá decidir si es necesaria la ayuda psiquiátrica alopática o no. La mayoría de los pacientes ya no quieren ir al psiquiatra/ neurólogo porque al cumplir con esta lista, recuperan algo de poder (o piden más tiempo para decidir), se enfrentaron parcialmente a la irresponsabilidad en su autocuidado, y en la manera en la que proyectan el poder. Han empezado a salir de la anestesia emocional… Es importante recordar que ellos son los que eligen y deciden, y nosotros apoyamos cualquier decisión que quieran tomar. Si  vemos  que  necesitan  ayuda química a pesar  de estos  cambios,  se los decimos  con toda  claridad.

Si algún profesional médico no pide hacer estas cosas antes de dar ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos, etc., podríamos pensar que no es tu médico, sino tu dealer. Con las excepciones de inminentes ataques de ansiedad severos, graves o incontrolables riesgos de auto flagelación, violencia, delirios, alucinaciones, o peligro para la familia, brotes serios del psiquismo, intentos de suicidio o amenazas repetitivas, en donde la solución química es urgente, creo que todo organismo merece sanarse, darse tiempo para no posponerse, recargarse, es decir AUTOREGULARSE pidiendo ayuda profesional con una visión holística. (Kornfield, 2008) Recordemos que cuando perdemos la capacidad de autorregularnos, enfermamos, pero podemos recordar cómo hacerlo. (Rogers, 2011)

Una vez que todos estos aspectos han sido verificados y la situación mejora poco o no suficiente, a pesar de estar en contacto con los temas pendientes y con las sensaciones/ sentimientos trabajándose, las personas podemos beneficiarnos de cierto trabajo de hierbas en microdosis, acupuntura, homeopatía psiquiátrica, etc.

Si esto no fuera suficiente, la receta de un ansiolítico alopático, antidepresivo, antipsicótico, etc., es una bendición siempre y cuando se verifique las dosis, acompañado de un proceso de psicoterapia profunda seria y sostenida, entendiendo que a veces tendrán que prolongarse los fármacos por mucho tiempo pero que es importante pensar en no sostenerlo de por vida, solamente que fuera por causa de una descompensación química probada que no varía.

En muchos casos de insuficiencia de litio, por ejemplo, en los pacientes maniacos depresivos, sostener una calidad de vida saludable por mucho tiempo, no solamente ayuda a que la persona esté más en contacto con sus propias sensaciones y arraigada, sino que su autoestima se incrementa, de manera que a veces las dosis se pueden bajar al mínimo o inclusive quitarse si esta fuera la recomendación del médico. Ese es el caso para ciertos tipos de psicosis también.

Tenemos que dejar de vernos a nosotros mismos y a los pacientes desde el punto de vista cartesiano, en donde, como hay una deficiencia química, hay que darle una pastilla, sin ver lo complejo del ser humano y de su capacidad de dejar de producir, pero también de su capacidad de volver a producir lo faltante, si le ofrecemos las condiciones y el tiempo necesario.

Recetar rápidamente benzodiazepinas, fluoxetinas, imipramina (Tofranil), bupropión, desipramina, duloxetinas, tranilcipromina (Parnate), fenelzina, moclobemida, mirtazapina, mianserina, es un error, una falta de interés por la persona que padece algún tipo de ansiedad y es parte de la errónea idea de que la ansiedad “está mal”. Parece que hay un miedo colectivo a la ansiedad.

Todos estamos en búsqueda del equilibrio, de la homeostasis; todos lo perdemos y lo recuperamos en la medida de nuestra conciencia y nuestro caminar por la tierra; es por eso por lo que necesitamos espacios seguros en donde poder experimentar y aprender nuevas formas orgánicas en las cuales podamos recuperar un estado de salud más pleno. La salud y la enfermedad no son fotos estáticas, sino vídeos que van cambiando de escena, circunstancias, internas/ externas, etc.

A veces, el solo hecho de trabajar con una aceptación profunda integral a un tema de enfermedad crónica o degenerativa, le da al sistema inmunológico y el sistema anímico, más posibilidad de interacción, libertad y contacto con el gozo, logrando disminuir los síntomas o, incluso, quitándolos. Dice Mate (2020) que la seguridad no es la ausencia de peligro (interno o externo), sino el vínculo.

Queremos que los síntomas disminuyan como resultado del trabajo somático y de la introspección; lo que se reporta es que a pesar de que ciertos síntomas pueden continuar más ligeros, ya no les damos un significado tan inmenso. Ya no somos solo el síntoma, sino mucho más. Es urgente practicar un camino hacia la salud que incluya las sensaciones sentimientos y necesidades, como parte fundamental de toda la salud: de toda la vida. (Muñoz, M., 2009)

El proceso de metabolización es complejo y profundo. Necesitamos entender que la no metabolización emocional de ciertos temas difíciles está profundamente relacionada con la no metabolización de sustancias, de deficiencias biológicas, de alergias, etc. El metabolismo es uno solo, y a veces no puede procesar piedras, o a veces es sobre sensible al grado de no poder procesar casi nada “sin que le caiga mal”. Cuando las personas en terapia se van volviendo menos fóbicas a ciertas sensaciones/sentimientos, cuando evitar ya no es una alternativa automática, ya no tienen tantas alergias y procesan mejor los alimentos, etc.

Criterios para ver la salud metabólica fisiológica:

  1. Azúcar en ayunas menos de 100Hdl colesterol arriba de 50
  2. Cintura de mujeres menos de 80 cm
  3. Triglicéridos inferiores 150
  4. Presión debajo de 120/85

Esto solo lo puede resolver el paciente y nadie lo puede hacer por él.

Hacernos cargo de nuestra propia salud tiene que ver con consumir y procurarnos dopamina real. Es muy importante no confundir la dopamina fácil con la felicidad, como no confundirla con la comida chatarra, Netflix crónico, etc. Este manejo es como consumir la caloría vacía, la cual no es suficiente y requeriremos siempre más porque no es nutritiva, seguramente acercándote a estados depresivos.

La idea es poder pasar de la desregulación y desequilibrio, en donde hay una separación entre cuerpo y mente, hacia una capacidad de absorber y aprender la regulación a partir del apoyo y constancia de la figura terapéutica y, posteriormente, poder autorregularnos y auto contenernos como adultos. Auto contención. Sanar es aprender. El cuerpo está diseñado para mantener su balance, sin embargo, en la vida, si se presentan múltiples retos del sistema neuroendocrino, inmune, metabólico, cardiovascular, emocional, etc., si hemos estado con prolongados periodos de estrés, cualquiera de estos sistemas estará lastimado. Normalmente podríamos recuperarnos del estrés en un tiempo específico, sin embargo, el estrés y la falta de seguridad hacen que nos mantengamos en actividad y no podamos recuperarnos del reto fisiológico y emocional extremo, nos mantiene en estados agitados e hipervigilantes, sin poder relajarnos, lo que hará que pronto tengamos periodos de depresión o de ansiedad crónicas si no aprendemos autorregulación de manera sistémica y sostenida. (Wade, D., Moon, Z., y Windgassen, S., 2016)

Es momento de poder retomar nuestra salud, no proyectar esa responsabilidad al afuera y dejarla en manos del sistema médico que quiere, generalmente, vendernos medicamentos de por vida.  La salud personal debe de ser cuidada por cada persona, tal como su higiene, con el apoyo del sistema médico, pero no como su responsabilidad. El componente psicoemocional y de consciencia somática es cada vez más importante. La vergüenza, por ejemplo, puede desregular el sistema nervioso y la autoestima de manera muy seria si no se trabaja a fondo. Tenemos que poder diferenciar experiencialmente entre vergüenza del ser y vergüenza del hacer para poder recuperar nuestra salud y responsabilidad.

Como resultado de nuestro desarrollo caracterológico en la primera infancia y de los tipos de vinculación (apegos) que desarrollamos con las figuras elementales en estas etapas, utilizamos mecanismos creativos de ajuste para que la vida nos duela menos y la podamos metabolizar, sin embargo cuando esta forma de lidiar con los problemas se vuelve crónica, interrumpimos el contacto y sacrificamos lo que somos para hacer lo que se espera que seamos: estas respuestas adaptativas se convierten en patrones mal adaptativos que ocultan nuestro crecimiento y lo impiden convirtiéndose en antagonistas internos de nuestro propio desarrollo. Estos actos de traición nos van dando ansiedad y quitando el sentido de vida, por eso es tan importante poder explorar nuestras relaciones en el presente creando espacio de sanación para que pueda comunicarse y expresarse el dolor, el enojo y el desconcierto. Si no se crea un espacio seguro en la relación terapéutica que pueda sostener el aprendizaje del paciente a tomar la seguridad y a incorporarla propositiva y conscientemente, es muy difícil procesar toda la memoria corporal y su significado personal.  (Bowlby, 2014)

El cambio no es fácil, pero tratar de detenerlo es más difícil aún, podemos intentar cambiar lo que está en nuestras manos: los hábitos. Vivimos una de las etapas más transformativas de la historia, pero vemos que ante los retos que tenemos, los ejemplos de “éxito” son logrados con formatos de sobreponerse al dolor, empujarse hasta el cansancio extremo, trabajar 15 horas al día, etc. Burnout es el resultado, cada vez a más temprana edad. Es urgente que introyectemos que el descanso y el gozo son “vitaminas” básicas del botiquín de salud de todos. (Harari, Y., 2018) Aunque la pandemia nos mostró con claridad la ansiedad, soledad y estrés que estaban guardados, también vemos cada vez más personas que quieren vivir más simple y honestamente, con hambre de paz y de sanación verdadera, colaborando y concretando un bien común.

A veces, el paciente reporta sentir empatía y comprensión profunda por primera vez en su vida. Sanar es poder empezar a aplicar estas habilidades consigo mismo: es hermoso y profundo. Es educar y reeducar en un sentido somáticoemocional y de creencias. (Rogers, 2011)

“Cuando decimos que amar educa, lo que decimos es que el amar como espacio en que acogemos al otro, que lo dejamos aparecer, en el que escuchamos lo que dice sin negarlo desde un prejuicio, supuesto, o teoría», Humberto Maturana (1928-2021).

Hay 2 tipos de estilos relacionales complementarios y/o confrontantes que son el aislamiento y la confluencia. Los aislados se “cargan” más estando solos y se descargan en grupos o en relación. Los confluentes se “cargan” más en grupos o relación y se descargan estando solos. Unos prefieren estar lejos y solos, los otros estar cerca y acompañados. Ninguno es mejor que el otro, solo que a veces en esta base somatoemocional en donde surge la salud/enfermedad, que tiene que ver con la no aceptación, las personas se exigen ser como no son, porque creen que es un error ser como son.

La mezcla de extremo cansancio y de intolerancia muchas veces hacen que no toleremos cuando alguien nos pide mayor cercanía o más distancia porque algo muy primario se está amenazando. ¿Cuál es la naturaleza de distancia relacional natural del paciente y cómo arraigarse siendo eso? ¿Cómo puedo, sin juzgar, apoyar su naturaleza para que fluya? ¿Cómo se relaciona esto con su síntoma? (Kepner, 1992)

En el complejo camino de recuperar nuestra salud integral tenemos que aprender a ir en cámara lenta para poder observar cómo es que nos separamos en nuestro cuerpomente cuando algo de afuera nos estresa, confronta, molesta, lastima potencialmente haciéndolo de manera crónica. Esta disociación originalmente nos sirvió para protegernos pero ahora sirve para sostener la enfermedad.

Desconectarnos es descansar pero cuando lo hacemos de manera crónica y sin conciencia, no podemos fluir en una salud más plena; sería muy importante que podamos observar cómo es que el sistema nervioso hace esto crónicamente sin preguntarnos. Hacer “tracking” somáticamente: qué es lo que hace nuestro cuerpo cuando nos cerramos, y el proceso que sigue es un camino andado muchas veces de manera inconsciente desde donde nos podemos ir a la desconexión, al juicio, a dejar de respirar, a repetir creencias erróneas negativas, sintiéndonos ansiosos o deprimidos y repitiendo los patrones del colapso masoquista por ejemplo, o de sobre cargarnos de energía psicopáticamente; de la defensa de la víctima/agresor confirmando que es seguro para nosotros estar en alguna de las disposiciones somáticas de pelea, congelamiento o huida, sin poder sanar.

Optar por lo malo conocido. No optar por incorporar lo nuevo. Optar por reafirmar que neurosis es repetición psicosomática y robótica. Es fundamental trabajar el carácter, el vínculo y el trauma, para desarrollar una mirada más paciente y compasiva con nosotros mismos y poder sanar. Es muy importante percibir que vamos sanando poco a poco: no estamos enfermos o sanos como 2 opciones opuestas, sino que fluctuamos y observamos, contactamos, hacemos algún cambio conductual o actitudinal, y seguimos.

Al no trabajar en psicoterapia con el cuerpo (el inconsciente) solo hacemos un trabajo superficial, apapachando síntomas y eternizándolos, perdiéndonos de las diversas causas de la enfermedad, pero sobre todo perdiéndonos de los recursos para sanarlas que están dentro de la persona y en su medio ambiente. (Brennan, 2017)

Susan Sontag (2022) habla de nuestra percepción sobre la participación del enfermo, sus familiares y el personal médico ante ella. ¿Es culpable el enfermo? ¿Solo él es responsable de su sanación? ¿Seguimos viviendo a la enfermedad como castigo divino? La sensación de haber cometido un error y la sensación de soledad en la enfermedad se pueden convertir en responsabilidad activa. (Dethlefsen, T. y Dahlke, R., 2014)

Como resultado de nuestro desarrollo caracterológico en la primera infancia, y los tipos de vinculación que desarrollamos con las figuras elementales en estas etapas, utilizamos mecanismos creativos de ajuste para que la vida nos duela menos y la podamos metabolizar, sin embargo, cuando esta forma de lidiar con los problemas se vuelve crónica, interrumpimos el contacto y sacrificamos lo que somos para hacer lo que se espera que seamos. Lo logramos tensando y sobreliberando diferentes segmentos corporales, creando formatos de cuerpos físicos y mentales específicos.

Estas respuestas adaptativas se convierten en patrones mal adaptativos que ocultan nuestro crecimiento y lo impiden convirtiéndose en antagonistas internos de nuestro propio desarrollo. Estos actos de auto tradición nos van dando ansiedad y quitando el sentido de vida, por eso es tan importante poder explorar nuestras relaciones en el presente creando espacio de sanación para que pueda comunicarse y expresarse el dolor, el enojo y el desconcierto. Si no se crea un espacio seguro en la relación terapéutica que pueda sostener/apoyar al paciente a tomar la seguridad y a incorporarla propositiva y conscientemente, es muy difícil procesar toda la memoria corporal y crear salud.

En la contracción y en la expansión celular presentes en toda vida saludable, (relación magnesio/calcio) tanto en los músculos como en los huesos perdemos equilibrio porque el ritmo se detiene o acelera. También se pierde flexibilidad y equilibrio psíquicos. Por ejemplo, el exceso de calcio y el trabajo de la fuerza solamente en un gimnasio contraen los músculos en el espacio intermolecular y no permiten la flexibilidad y la movilidad que se van perdiendo. Al contrario, en un esfuerzo activo de súper adaptabilidad y de contorsionismo ejercitando movilidad y flexibilidad extremas, se pierde la fuerza etc.

¿Cómo recuperar la sana relación entre fuerza/ flexibilidad/equilibrio psicosomáticamente? ¿Qué tiene que ver esto con los síntomas del paciente? Por ejemplo, en el carácter oral hay más flexibilidad y menos fuerza, etc. ¿Cómo puedo facilitar el desarrollo de lo olvidado/reprimido? ¿Qué tan listo está mi paciente para soltar y dejar ir lo que lo enferma? Como en la paciente al inicio del artículo: ¿puede/quiere conductualmente dejarlos malos hábitos alimenticios? ¿Con qué los asocia?

El apego, o sea querer que las cosas sean como deben de ser según nosotros, en términos budistas, es lo que nos hace sufrir (tener ansiedad, sinsentido, depresión, enojo crónico etc). ¿A qué está apegado este paciente y no acepta que no es así, que nunca lo será, que no lo quieren, o que no lo necesitan…? Es muy importante saber qué le cuesta aceptar de la realidad y si sigue teniendo deseo infantil de que no sea así.

Este berrinche que todos conocemos puede durar toda la vida y terminará por enfermarnos. Aceptar es sanar y eso, paradójicamente, transforma. El cambio es movimiento, por eso el movimiento y la quietud conscientes sanan. Permiten que sucedan los cambios que están listos para suceder.  

El bienestar debe de ser una prioridad al igual que cuidarnos físicamente: no se puede arriesgar más la salud pública posponiendo su atención. Es importantísimo poder desarrollar una capacidad de auto observación básica, quedarnos en quietud y en silencio como lo hace cualquier tipo de meditación, o de centramiento tipo mindfulness, y de poder tomar la ayuda de una psicoterapia seria que pueda acompañarnos en los procesos emocionales que desencadenan en las diferentes etapas de la vida.  Tenemos que aceptar la enfermedad para poder evolucionar. No somos la enfermedad ni somos el síntoma.

La no aceptación es muy cansada porque permanecemos en un estado de pausa eterna, tratando lograr… estamos cansados de querer que nos quieran… cansados de no actuar… cansados de querer más dinero… cansados de envenenarnos a través de nuestra propia comida… cansados de las desigualdades aplastantes… etc. Todos estamos agotados por muchos y muy diversos motivos pero sin duda, estamos cansados, cansados de la enfermedad propia y de la ajena, es un sentir colectivo.

Hay una necesidad de descanso profundo y reflexivo, tanto introspectivo como colectivo. El cansancio crónico nos habla de una profunda necesidad de cambio, para lo que se requiere autocuidado y límites sostenidos primero con nosotros, después con el mundo. (Fromm, 2019) Hay una sociedad verdaderamente cansada de las expectativas irreales y esto no nos permite poder verdaderamente sanar, descansar y soltar… posponiéndonos una vez más…sin haber desarrollado la confianza básica. (Erikson, 2000)

Descansar parece ser un pecado, y no una obligación mamífera. Sanando y responsabilizándonos andamos todos. Sanar es plural: recordémoslo, es cocreativo, pero nadie lo puede hacer por ti. (Byung-Chul Han, 2012)

Realidades con respecto a nuestra salud que vamos arraigando/comprendiendo en la medida que crecemos/sanamos:

  1. Mis hábitos están directamente relacionados con mi salud y estos solamente dependen de mí. Así es como estamos a cargo de nuestra salud física/mental, así como de su mantenimiento. Los aspectos medioambientales, contaminantes, genéticos, de predisposiciones, accidentes, etc., los podemos aprender a manejar, con el apoyo profesional adecuado que me vea como persona, no como número.
  2. La salud es frágil y no es permanente, como la vida. A través de la salud/enfermedad aprendemos la autocompasión y la paciencia, así como profundizamos en nuestro nivel de aceptación incondicional. Es parte de la vida: no podemos adjudicarle un orden moral como “está mal”.
  3. Cuando alguien a quien queremos enferma, o tiene una condición crónica, neurodegenerativa y/o sistémica, nos genera ansiedad y preocupación indirecta, aunque no sepamos porqué estamos ansiosos. Es muy útil poder verbalizar y sentirlo con consciencia para que la ansiedad indirecta se trabaje.
  4. La salud física no existe de manera independiente de la salud emocional. Esta separación racional y ficticia, enferma en sí misma. No existen los problemas hormonales, digestivos, mentales, etc. sin correlación emocional que debe considerarse y tratarse. Si no se trabaja de esta manera integral, tapamos y “mejoramos” síntomas solamente, empeorando la situación de fondo que reaparecerá con más fuerza.
  5. Si tienes una mala imagen corporal, baja autoestima, depresión (exógena y endógena), ansiedad, sinsentido, etc., hay mucho que se puede mejorar/superar con la ayuda de la PHC antes de acudir a la ayuda de la neuropsiquiatría/ farmacéutica alopáticas.
  6. La recuperación de mi salud integral tiene mucho que ver con la recuperación del poder personal y de la disciplina.
  7. Entender que la salud, como la vida, es compleja y no tiene reglas definitivas que apliquen por igual a todos, es empezar a sanar: distinguir qué es lo sano/bueno o enfermo/malo para mi organismo. ¿A mí que me nutre? ¿A mí que me descarga?
  8. Considerando la ineludible importancia del medio ambiente y su influencia que puede promover la enfermedad o la salud, es importante observar y “censar” qué partes de nuestro medio ambiente, situaciones, personas, costumbres, etc., favorecen nuestra enfermedad para poder poner los límites necesarios y sostenerlos.
  9. Vivir la vida con intención clara, propositivamente “adrede”, es tomarla en nuestras manos, vs. solo reaccionar a lo que nos pasa, como si no hubiera una relación entre todo, como si no tuviéramos cierta libertad y criterio para tomar el volante.

Sanarnos no es buscar qué es lo que está mal en nosotros para arreglarlo, sino investigar cada parte nuestra que ha sido enterrada o lastimada. No se trata de arreglarnos sino de descubrirnos, es un viaje hacia adentro. No puede ser un camino de forzar, tapar, jalar o empujar, sino un camino de amabilidad con menos juicios hacia nosotros mismos y muchísima más curiosidad y buen trato.

Holland Park, Londres 2024

Mtra. Marilenca Bailey Jáuregui

Directora y Fundadora del Instituto Humanista de Psicoterapia Corporal, INTEGRA. Maestra en Psicoterapia Humanista Corporal, Maestra en Psicoterapia Humanista Gestalt. Estudios de Maestría en filosofía, en Syracuse, Nueva York y UNAM. Es psicoterapeuta individual y grupal, y tallerista desde hace más de 25 años.

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